Partir del contexto: Un grupo nunca será igual al anterior, sus interese y relación con el entorno siempre será diferente. Aprender a reconocer estas diferencias en los grupos ayuda a que la planeación del proceso se adapte y tenga una mejor adherencia con los estudiantes.
Dar palabra a los niños “Para mí es muy importante hablar con los niños al inicio del año, preguntarles qué les gusta, que esperan aprender y que creemos las reglas del salón juntos”, darles la opción a los estudiantes, incluso a los que tienen una corta edad – 4 años- para que puedan comentar los que les llama la atención y cuales creen que pueden ser sus expectativas en las clases permite una participación más horizontal en el aula de clase. “Al final del año todos quieren hablar todo el tiempo, es algo que se promueve desde el inicio”.
Planeación y transversalizar contenidos “Conocer cuáles son las metas del año – por ejemplo, que los niños reconozcan las letras del abecedario y dividir el aprendizaje por semanas- me permite conocer los tiempos para llevar a cabo los conocimientos. Al tiempo que generar conexiones entre clases, por ejemplo, ciencias naturales con letras que empiecen con cierta letra” transversalizar contenidos y saber cuáles son las metas por mes y trimestre permite generar estrategias flexibles a la hora de presentar los contenidos a los estudiantes.
Divertirse Independiente de la edad para los estudiantes divertirse, jugar o integrarse de manera activa a las clases les permite entender que no son receptores pasivos, aprender a distinguir dinámicas de su propio aprendizaje y ritmos “A mí me gusta divertirme en clase, y me gusta ese momento donde los estudiantes descubren que pueden lograr algo que antes no hacían”.de los procesos escolares se trasladaron de manera total, durante el tiempo de confinamiento- a la virtualidad; y que ahora, tras el regreso paulatino a clase presenciales, es imposible volver a como éramos antes del 2020, necesitamos integrar las tecnologías en clase pero ¿cómo?